¿Alguna vez sentiste como si de repente, de la nada, te estuvieras muriendo? ¿Se siente repentinamente superado y abrumado por múltiples sensaciones extremas simultáneas (latidos del corazón, mareos, desmayos, sensación de tener un ataque al corazón, hormigueo en los dedos o los brazos, entumecimiento, presión en el pecho, etc.)?
Entonces es probable que hayas experimentado un Ataque de Pánico. Para la mayoría de las personas, esta experiencia es debilitante, aterradora y extrema. Es tan espantoso que empiezas a temer al miedo mismo, miedo a tener otro ataque de pánico. No es inusual que algunas personas acudan desesperadamente a la sala de emergencias en busca de ayuda cuando experimentan un ataque de pánico. ¡Es tan malo!
A veces, los ataques de pánico se asocian con situaciones específicas, como el miedo a los espacios abiertos o, a veces, los ataques de pánico simplemente ocurren al azar. Para la primera situación, técnicamente, se llama ataque de pánico con agorafobia. Independientemente, los ataques de pánico se convierten en una experiencia horrible y no hay forma de acostumbrarse.
Pregunta entonces, ¿qué hacer al respecto? Lo primero es conseguir ayuda cualificada. Un psicólogo licenciado podrá ayudar. El tratamiento se compone de varios elementos importantes. Una es comprender mejor los síntomas y darse cuenta de que es un ataque de pánico y no una situación de muerte (a veces puede ser útil hacerse un chequeo y descartar problemas como el funcionamiento del corazón y, especialmente, el funcionamiento de la tiroides). Sin embargo, una vez que reconozca que es un ataque de pánico, debe mantener la calma y aprender a respirar (y no hiperventilar). Las técnicas adecuadas de respiración y relajación son un gran primer paso. El siguiente paso es la exposición gradual si los ataques de pánico están asociados con una situación específica, como conducir en la carretera (imaginal y/o in-vivo) para combatir la evasión (cuanto más evitas la situación, mayor es el miedo). Con el tiempo, la comprensión adecuada y las técnicas correctas de respiración y relajación deberían ayudar a superar la mayoría de las situaciones. A veces, sin embargo, en casos más extremos, la medicación (por ejemplo, los ISRS también llamados antidepresivos) puede ser necesaria pero muy eficaz (consulte con su médico o psiquiatra para esto). En resumen, no esperes, ¡accede a un especialista cualificado!
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