Tradicionalmente, en nuestra cultura latina, los problemas de salud mental son un estigma. Conceptos como depresión, ansiedad, TDAH, trauma, etc. no son muy comunes. No hablamos de eso. Por el contrario, lo encubrimos y culpamos a la persona de cualquier problema de esta naturaleza: ¡Sacúdelo! A ver cómo lo haces, ponte las pilas… todo menos reconocer que puede haber problemas psicológicos en nosotros o en nuestra familia.
La salud mental forma parte de nuestra salud general. Todos experimentamos problemas de salud (por ejemplo, hipertensión, diabetes, colesterol, etc.) y todos tenemos también nuestros retos emocionales. Lo importante es reconocer los síntomas y educarnos sobre los posibles efectos negativos que pueden tener en nuestras vidas. Es igualmente importante saber que existen tratamientos eficaces que pueden ayudarnos a vivir plenamente, libres de cargas emocionales.
Las estadísticas de salud mental entre los latinos o hispanos son tristemente aún más dramáticas debido a varios factores. En primer lugar, la población latina está sometida a un mayor grado de discriminación en general. Esto contribuye a crear retos y obstáculos que pueden causar manifestaciones de ansiedad y depresión.
La falta de acceso a la atención profesional se ha convertido en un obstáculo importante. Todos vivimos con presiones financieras y lo último que queremos son gastos adicionales. Para quienes tienen seguro médico, la buena noticia es que la gran mayoría de estos planes cubren los servicios de salud mental. También hay un gran número de clínicas que ofrecen servicios a bajo coste o gratuitos. Sin embargo, aunque la atención a la salud mental conlleva un coste, los beneficios de cuidarla son innumerables. Nuestra felicidad, nuestro pleno funcionamiento y nuestra capacidad para relacionarnos bien con los demás no tienen precio.
El idioma se convierte en una barrera adicional, ya que de todas las áreas que pueden afectarnos, poder expresar cómo nos sentimos emocionalmente es extremadamente importante. Describir cómo nos sentimos en un lenguaje que no es el nuestro lo hace difícil y limitante, y a menudo nos impide buscar ayuda profesional. Afortunadamente, cada vez hay más profesionales que hablan español. Así que esto ya no debería ser una excusa.
Lo importante es identificar y actuar. Con la ayuda de un profesional cualificado y formado, que además entienda su cultura e idioma, usted y los miembros de su familia pueden resolver cualquier reto y asegurarse de que gozan de salud mental y emocional. ¡Vivamos nuestra vida al máximo!